La Basílica de la Agonía en Jerusalén
- asanzbarrios
- hace 5 días
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En el corazón del Monte de los Olivos, uno de los escenarios más significativos de la vida de Jesús, se levanta la impresionante Basílica de la Agonía, también conocida como la Iglesia de Todas las Naciones. Este santuario es uno de los destinos imprescindibles para cualquier peregrino que viaja a Tierra Santa, y en especial a Jerusalén, buscando recorrer los pasos de Cristo.
Su nombre hace referencia al momento en el que Jesús, profundamente angustiado, oró la noche anterior a su Pasión en el Huerto de Getsemaní, antes de ser entregado. Esta escena, cargada de un profundo dramatismo espiritual, queda representada en la piedra del altar, conocida como la Roca de la Agonía, lugar venerado por los fieles y conservado en el interior de la basílica.

Desde tiempos antiguos, este enclave fue considerado sagrado. Ya en el siglo IV, una iglesia bizantina fue construida sobre la roca que la tradición cristiana asocia al lugar de oración de Jesús. Posteriormente, los cruzados edificaron una nueva iglesia en el mismo sitio, aunque con el tiempo ambas construcciones fueron destruidas.
Tras siglos de abandono, en 1919 comenzó la edificación de la actual basílica gracias a la iniciativa del arquitecto italiano Antonio Barluzzi, considerado el “arquitecto de Tierra Santa”. La Basílica de la Agonía fue finalmente consagrada en 1924 y destaca por su estilo neobizantino, sus mosaicos simbólicos y su atmósfera recogida que invita a la oración.

La Basílica de Todas las Naciones: un símbolo de unidad
Una de las características más llamativas de este templo es su nombre: Iglesia de Todas las Naciones. Este se debe a que numerosos países contribuyeron a su construcción, aportando recursos como muestra de unidad en la fe. En la fachada pueden verse los escudos y mosaicos representando esta colaboración internacional.
En el interior, la penumbra es intencionada. Barluzzi diseñó el templo con vidrieras violetas que filtran la luz para evocar el dramatismo y recogimiento de la noche de la agonía. Todo en el espacio invita al silencio, la contemplación y la oración profunda.
Recuerdos bíblicos
Fue Jesús con sus discípulos a una propiedad llamada Getsemaní, y les dijo: "Sentaos aquí, mientras yo voy a orar".
Y tomando consigo a Pedro y a los hijos de Zebedeo, comenzó a sentir pavor y angustia.
Entonces les dice: "Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo".
Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba diciendo: "Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú".
Volviendo a los discípulos los encontró dormidos; y dice a Pedro: "¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad, para no caer en la tentación; porque el espíritu está pronto, pero la carne es débil".
Alejándose de nuevo, por segunda vez oró: "Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, hágase tu voluntad".
Se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Los dejó y se fue a orar de nuevo, repitiendo las mismas palabras. Entonces vuelve donde los discípulos y les dice: " Ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. ¡Levantaos!, ¡vamos" Mirad: ya está aquí el que me entrega". (Mt 26, 36-46)
Un lugar imprescindible para toda peregrinación a Tierra Santa
La visita a la Basílica de la Agonía forma parte esencial de cualquier peregrinación a Tierra Santa, especialmente para aquellos que desean meditar sobre los momentos más íntimos y humanos de Jesús. En el exterior se conservan antiguos olivos centenarios que, según la tradición, podrían ser descendientes de los árboles que lo acompañaron en su última noche libre.

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